ESCONDERNOS

Escondernos tras el relámpago.

Aplastar la pared con el deseo. Destrozar sus ladrillos con balas rasantes.

Subamos al avión del desencuentro. Aferrate fuerte para no tener miedo. Escondo tu miedo dentro del mío y lo envuelvo, mientras en tus manos como estrellas de mar... descubro una mota de yeso.

Vamos yendo de un lado a otro... y cinco palabras me disparan.

"entonces le pediré que sí".

Una deliciosa plegaria a un dios que no conocemos; un dios que se aparece cuando menos lo esperás.

Este misterio me atormenta pero me fascina a la vez... me gusta tu empeño en demostrarme lo que te pasa... todo el tiempo.

Un disparo azul. Una mirada, una voz que aún no tiene cara. Una cara que aún no tiene dueño. Una boca que ya fue besada, pero que espera el próximo momento.

El día en que cenemos fuera, y tomemos el postre en casa.

Basta con hablar el mismo idioma y con que en algunos momentos guardes silencio, y mientras hacés la pausa para respirar... veré que puedo hacer yo mientras...

Late. Todo late en la pared escondida, donde nos apoyamos para no caernos y sucumbir al maldito deseo.

Las paredes son distancias. Un sólido impedimento.

Entonces creo hilos, conexiones, filamentos, haces para acercarme. Como los rayos de una rueda, todo pertenece al Haz.

Sos mi torre oscura, la flor de mi deseo. El puente al fin de la soledad. Porque como te dije, hasta tu ausencia es deliciosa, porque te pertenece, porque vos sos su razón de ser.

Muerdo la solapa de tu cuello, y creo rescatar un jirón de tu piel... sólo un souvenir hasta el encuentro...

Y, mientras me restriego en tu ausencia cegador, en el aire, mientras tanto, en el asiento 4B, alguien te toma de la mano.

Y ya no importa si sos vos, soy yo, o el maldito penúltimo whisky. Lo importante es que duele.

Y si duele, es que existe.