MAGENTA

Ella es un color del arcoiris.

Me invita a treparme a las gotas de lluvia cuando sonríe, y me desmayo de dolor cuando está triste.

Lo peor es no poder abrazarla... ¿Como abrazás un color?

Los colores suelen tener la tendencia odios ade ecaparse, con las flores, con la noche se esconden, y se quedan pegados a la falda, a su propia falda... y yo no puedo asirla.

Soy muy egoísta con ella. Quiero que sea mía, y me duelen las espaldas de pensar en otras horas, otros vientos que le pegan y le agrietan esos labios que hoy, parecen oxidarse sin mis besos.

Quiero sus manos en mis hombros diciendo cosas bellas (e irreales) sobre mi piel. Transpiro, y ella lo entiende... estoy nervioso ante su mera presencia...

Quiero sus ojos mirándome fija, seriamente mientras se despedaza ante mí y se convierte en un ser fragmentario, que solo estará completo cuando pueda alcanzarla. Astillas de un color, trozos y fracciones de un rostro deseado y soñado.

Quiero sus cejas elevadas en un gesto cómplice... su frente amplia y serena que de vez en cuando dibuja una línea que no puede traspasarse. Su nariz respingona y orgullosa, que no sabe de estornudos.

Nos separan seis colores y nueve horas. Desde el rojo hasta el violeta... naranja, amarillo, verde y azul pasan sin darme una pizca de deseo.

Me quedo en su color, que algunos llaman añil. O tal vez sea sólo mi imaginación.


Pero lo que es real, es que ella es un color del arcoiris. Y me encanta ahogarme en su luz cegadora, que se aparece en plena madrugada,

Ella piensa en otro, lo sé. Un paisano de cabellos rizados que canta canciones de amor como ametralladoras. Y escribe mucho más que yo... y mejor que yo.

Y encima puede cantarle al oído. Porque a ella todas la músicas le hablan menos la mia

Nada puedo hacer yo en contra de eso.

Nada más que pensar en ella y escribirle estas palabras.

Ella no es un tono, no es un matiz, no es un viso... no es una pátina ni un pigmento, ni un reflejo de la luz.

Ella es el color. Ella puede cambiar la tonalidad de mis ojos.

Y eso, se los juro, es un milagro.

Ella es un color del arcoiris. Y quisiera que su nombre fuera el mío, para ser uno. Para ser solos.

Ella me desvanece el alma. Y me duelen las uñas de pensarla.