TE SUEÑO (VOS Y TUS PULSERAS)

No sé si te sueño, o es mi deseo. Entre risas me muerdo las lágrimas... y te pienso.

Salto a la playa pedregosa, y cada murmullo que hacen esas minúsculas rocas se me antojan un resabio de tu voz. De esa voz que escuché por primera vez hace muy poco, pero que ya no podré olvidar. De esas entonaciones seguras, esas tonalidades tan familiares y al mismo tiempo tan extrañas.

¿Te sueño? O es solo el mar que se desliza debajo de mí en este nuevo muelle de madera dura y encorvada.

Las luces del puerto ya se alejan, y seré solo yo, el agua verde y las medusas idiotas que nada pueden decir, ni siquiera mirarme.

Afortunadas son las malditas medusas que no sufren por la distancia que nos separa, ni pueden verte entrar ahora, vestida sólo con tus pulseras, que tintinean en mi alma.

Y todo está bien. Todo es perfecto, porque descubro tus hombros desnudos, sólo cubiertos por tus lunares. Y tus manos no dejan de moverse hacia mí, como queriendo curar las heridas más urgentes. Las de la ausencia.

La distancia es mala y buena a la vez. Porque es sangre, porque es viento... porque sirve para reafirmar lo que te pasa. La distancia, meticulosamente calculada, me vuelve a la fría realidad de tus silencios.

Pero simultáneamente... ¿cómo pude vivir todo este tiempo sin tenerte?

Como todos, Sobreviviendo. Mojándome los pies en el agua helada de la angustia, encendiendo el fuego para mitigar tu ausencia, porque como ya te dije... es bella, porque habla de vos. Habla sólo de vos. Y sin esta ausencia, no sabría por qué te quiero tanto.

Un perro feo se sacude sobre una roca extrañamente brillante. La luz del sol se apaga como una brasa. Las islas son un recuerdo. Vos, una constante.

¿Te sueño o no? Apareciendo en mi cuarto, vestida solo con tus pulseras, que tintinean en la tardenoche como un aviso de lo que vendrá... que se entrechocan con un sonido argentino y vital, al ritmo de nuestro deseo. Que resuenan en mi alma, como si no pudiera dejar de oirlas. Como si tus manos fueran el bote que viene a rescatarme de la angustia, y tus pulseras repicantes la crónica de un apetito anunciado.

¿Te sueño?. Es el entrechocar de tus manos con mi espalda, el apelmazado sonido de carne contra carne.

El angustioso sentimiento de que el momento se acabará, y aunque venga otro igual o más intenso, ese potente orgasmo será uno solo, único e irrepetible, como la voz que resuena en mi cabeza... ahora que no sé si te sueño o no.

El apogeo sos vos. Y el momento. Un maldito puto insufrible momento que no se repetirá y que fue nuestro, pero dejará de serlo apenas termine de escribirte estas palabras.

Por eso no sé si te sueño... porque si te sueño, no volverá a repetirse.

No sé si te sueño, pero sos vos quien me acompaña esta noche.