Soy un centauro.
Un signo fuera del alcance del sol. Un monstruo que ha cambiado sus brazos por patas para correr más rápido a tu encuentro.
Soy un centauro y llevo mis flechas emponzoñadas para impedirte mover con cada disparo. Mi carcaj inoportuno se interpone entre vos y mis deseos. El vaso de flechas, que Zeus le dedicó a Alcmena, su amante imposible, que al fin pudo ser.
El Karjesion dorado, que los persas entregaron a Alejandro, y los griegos renombraron tarjesion. Y aquellos franceses medievales carcais... Y yo vuelvo a ponerme el hombro las flechas para herirte delicadamente.
Tu piel rosada y tersa se presenta ante mí licenciosa, deliciosa, maliciosa, lasciva, dolorosamente bella.
Extrañamente lejana.
Y yo no me subo a mi caballo. No lo necesito. Galopo por mí mismo y te rescato de algo que no sé muy bien qué es con tu vestido chocolate, y tus botas de montar.
Tu vestido marrón que algún otro centauro celoso empapó de su sangre venenosa para que al abrazarte pueda contagiarme de este dolor inaudito que se aprovecha de mí cuando no estás, cuando los días se ponen en rojo en el calendario.
Pero prefiero ahogarme en esta pócima sabiendo que vos tenés el antídoto perfecto. A pesar de los efectos secundarios.
Dejar pasar por mi garganta en ayunas este filtro, ese bebedizo delicioso que tiene tu sabor y tu aroma. Tus ideas, tus palabras y tu piel escurridiza.
Juraría que te vi, entre la niebla de esta madrugada, entre las matas espinosas de mi deseo.
Buscando un rumbo de regreso, me crucé con tus ojos cubiertos de niebla. Y la luz de tu piel quiere iluminarme en medio de la oscuridad pretenciosa.
Tu música me cambia. Siempre querés algo más. Tu inconstancia es para mí un elixir. Un magnífico producto que me causa adicción. Yo estaba empeñado en no ver... pero ahí estás. En cada bocado, en cada olor, en cada textura, en cada apuesta.
Llevo el carcaj lleno. De palabras para vos. De intentos heroicos. De besos nunca dados. de coincidencias, de amores y abrazos. De palabras esdrújulas, de carreras, de tardes de lluvia. Llevo en mi carcaj el deseo de tu pelo, tu pubis y tus codos. La esperanza de besar tus clavículas. Y el secreto y oscuro esplendor que causa en mí tu ombligo, el mas bello ombligo conocido por la humanidad.
Y cabalgo siempre hacia adelante, hacia tu encuentro, sea donde fuere.
A veces quiero preguntarte... ¿que hay que hacer para tenerte?
Y ya lo has dicho.
Y no hay que hacer nada. Hay que ser.
Ser el centauro que corre. Y no parar de disparar.
Nunca.
Foto: Amanecer en la lengua de mar rebautizada como "Bahía Catalina", Torrevieja, Alicante, España.
11 murmullo(s):
Simplemente ser lo que se es... porque los pasos nos llevan al encuentro... así solito va surgiendo... la vida en movimiento hasta ese día...
PS: aquí también tengo una Catalina...
Un Sacerdote de los Misterios Eleusinos... Estás seguro que eres de este siglo Andy???
Besos y ánimo, no se porque te noto un poco... decaído...! Todo lo mejor del año para vos!! y la del ombligo que sea una buena diana.
Me recuerda a Kiron lamiendo eternamente sus heridas.
besos
Yo hasta la fecha, no sé que sea. Pero me encanta conocer a alguien con el valor de un centauro
besos
Gran mito, el tuyo.
si tu ers minotauro yo soy tauro... jajjajja buenas noches
intensidad como flechas disparadas al aire, intensidad que puede dar la vida...
Vivir con intensidad y siendo uno mismo siempre nos abre caminos en donde cosas nuevas nos esperan.
Buena semana
Juraría que te vi, entre la niebla de esta madrugada...
Y casi se oye galopar al centauro
Un abrazo
No lo pude evitar,ni quise hacerlo!
Sucumbí antes tus últimas palabras:"La esperanza de besar tus clavículas.Y el secreto y oscuro esplendor que causa en mí tu ombligo..."
Lo sublime del deseo,el valor de encontrarlo en la búsqueda incansable...
Sólo SER,CONTINUAR,DESEAR,te acercarán al encuentro y así al llegar fundirse inagotable...
ME ENCANTAN TUS PALABRAS EXQUISITAS
MILLONES DE BESOS
Galopar entre los vericuetos del amor es un verdadero placer. Abrazos.
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