A don Julio. Siempre. Sé que nunca escribiré como Ud., pero vaya este, mi respetuoso homenaje.
Instrucciones para andar en bicicleta.
Como medida previa para el aprendizaje de la conducción de una bicicleta conviene, o es aconsejable poseer el mencionado vehículo. Se trata de una estructura metálica, generalmente de aluminio, en forma de doble triángulo, compartiendo uno de sus catetos.
A esta estructura debe agregársele una serie de gadgets o accesorios, indispensables para su correcto funcionamiento. Un par al menos de engranajes, una cadena que los una y que permita la tracción; así como un asiento que puede ser más o menos confortable, y un manubrio para simplificar su manejo. Estos accesorios pueden (o deben) ser beneficiados con dos pares de adminículos realmente indicados para su correcta guía, que son los frenos y los pedales. Ya abundaremos en este particular.
Es también prudente estar en posesión de una edad cronológica no superior a los doce años, toda vez que un señor de cuarenta y seis inmerso en la operación de adquirir los conocimientos básicos del caudillaje de un velocípedo puede implicar un cuadro realmente dantesco, o vergonzoso. Especialmente por las rueditas. Estas últimas son harto imprescindibles en la consecución de los primeros pininos en la ardua labor de instruirse en el mencionado vehículo.
El primer paso consiste en la postura de ciertos elementos de seguridad que el sentido común y las normas de tráfico exigen para el uso en vías públicas de este respetable medio. Estos son: el casco, que suele ser una estructura resistente con forma de medio melón, y el chaleco, sólo para conocedores, prenda de vestir de colores fluorescentes, para ser distinguido en las noches oscuras.
A posteriori, es importante elevar la pierna derecha por encima de la hipotenusa del triángulo mayor de la bicicleta, en adelante simplemente "caño". Las bicicletas de dama por razones de castidad y decoro, suelen tener el caño a la altura más baja posible para evitar dolorosas congestiones e impactos, pero el caño... que está, está.
Una vez con las piernas por encima de la bicicleta, es decir con el ser viviente montado en ella cual equino inanimado la parte viviente de este flamante centauro procederá de modo expedito a encaramar su trasero al asiento mencionado ut supra, a los fines de evitar un peligroso primer impacto de sus ancas con el susodicho caño. O peor aún, con el duro y lejano suelo.
Para mantener el equilibrio en estos menesteres, es indispensable el uso de las mencionadas rueditas, que son dos complementos útiles sólo para el aprendizaje de la conducción en las primeros días, puesto que el manejo continuo del velocípedo de manera gallarda sin prescindir prontamente de ellas, especialmente a edades de vellosidades corporales, se convertirá sin duda alguna en el hazmerreír del barrio, y por qué no, de los poblados adyacentes; objeto de mofa y escarnio.
Dicho esto, sólo queda ir hacia adelante. Las bicicletas carecen del don de la marcha atrás, atributo sólo reservado a ciertos vehículos de motor. Pero este no es el caso de nuestro ensayo. Si uno desea ir en la misma dirección, pero en sentido contrario, deberá indefectiblemente realizar una parábola lo más cerrada posible dentro de los cánones lógicos de seguridad y simplemente retomar. Lo que se denomina comúnmente como "pegar la vuelta".
Hacia adelante se discurre del siguiente modo: se endereza el manubrio del modo más coherente con la disposición del camino (que está bajo sus pies en estado de reposo, y transcurriendo -también bajo sus pies- en estado de movimiento) se pone uno de los pies sobre uno de los pedales (es bastante prudente que el pie que se apoya sobre el pedal coincida en género con la ubicación del mismo, atento a que si pusiésemos el pie derecho sobre el pedal izquierdo y viceversa conseguiríamos: a) un truco de maleabilidad corporal digno del Cirque du Soleil; y b) un tremendo porrazo.
Lo dicho, puestos los pies sobre los pedales, el que se halle a mayor altura respecto a la línea del suelo, deberá empujar en un movimiento de energía descendente hacia el punto de destino. el siguiente, de un modo casi natural, lo acompañará. Caso contrario, propinará al usuario un horrible golpe en la parte trasera de su pierna.
Cumplidos los pasos de manera conveniente, estará usted andando en bicicleta. Aunque con la inestimable asistencia de las referidas rueditas, que son realmente ineficientes cuando se trata de no pasar vergüenza en las autovías o de seguir un sendero especialmente estrecho al lado de una vía de tren.
Por eso, nuestro último y vital estadio será el de prescindir definitivamente de las rueditas. Una vez conseguido los rudimentos de la conducción; esto es coordinación de movimientos, consumación de los objetivos de dirección y definición de la fuerza impulsora necesaria, procederemos a quitar las ruedas. No llore. No se queje. Si deja pasar mas tiempo, es peor. Llame a su bicicletero de confianza, o mejor aún, extráigalas usted mismo. Se adquiere esa pérdida (delicioso oxímoron) gracias al auxilio de una llave fija o estriada (estas últimas son mejores por su seguridad) generalmente de media pulgada (en la ferretería las verá puesto que justo al lado de la boca de la llave poseen los signos "1/2". En muy raras ocasiones las tuercas que unen las rueditas a su velocípedo serán del tipo "9/16"pero de eso usted se dará cuenta pronto. Simplemente la boca de la llave no abarcará de manera ajustada a la tuerca aludida.
Le suplicamos desde este foro que no cometa el despropósito de utilizar para ello una llave inglesa o francesa (sí, lo sé, la mayoría de los seres humanos desconoce la diferencia entre ellas y las llaves no hablan ningún idioma salvo el chino últimamente porque todas se fabrican ahí). El objetivo de desarme se obtendrá. Pero la emoción no es la misma que ajustar la llave a la tuerca y realizar el debido movimiento circular (¡¡¡No!!! para la izquierda, ¡¡¡para el otro lado ajusta..!!!) y quitar la tuerca rápida y limpiamente. Bien hecho.
Ahora sin ruedas auxiliares, sólo es usted y la máquina. Usted frente al destino, por ejemplo la panadería de doña Carmen a comprar ese medio kilo de cuernitos que tanto desea. Actúe del siguiente modo: Acérquese al bordillo de la acera (dicho en argentino básico "al cordón de la vereda") impulsando de modo manual su bicicleta y haciéndola descender por el lugar menos accidentado posible, para evadir de este modo la rotura de los delicadas ruedas principales del vehículo; y recuerde jamás de los jamases baje el cordón con usted arriba puesto que probablemente comience con un proceso de destrucción de las llantas de aluminio de su velocípedo y el deterioro de sus hemorroides.
Súbase a la bicicleta del modo antes mencionado. Una pierna por arriba del caño. Y los pies sobre los pedales. Respire hondo. Mire al frente. Al frente... es la línea recta por delante de sus ojos. Nunca de los nuncases observe las ruedas de su bicicleta. Dicen las abuelas (que de esto saben mucho aunque en su perra vida se hayan subido a una bicicleta) que aquel que mirase las ruedas en funcionamiento se mareará indefectiblemente y quedará inhabilitado para futuras conducciones previo paso por una hostia contra el asfalto. Lo dicho, mire hacia adelante. Haga de cuenta que en las ruedas se esconde una Gorgona apestosa que lo convertirá en piedra. O imagine que ahí debajo está su suegra en ropa interior de La Perla intentando seducirlo. Al frente. Y mueva los pedales... mantenga el equilibrio. Esto se logra impidiendo con el uso de su manubrio que su vehículo de tracción a sangre haga eses. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo... mantenga controlado el cordón (si... el bordillo, pesau) por si hace falta hacer una escala en el con su pie más cercano. Una vez mantenida una trayectoria rectilínea, empuje un poco más con los pedales. No demasiado, hasta que se acostumbre al ritmo.
A veces, los más avezados (eso fue una cacofonía) podrán dejar de pedalear por unos momentos y dejarse llevar por la inercia, que es una propiedad de la materia por la cual los sistemas físicos no pueden cambiar algo en los sistemas físicos que impide que, por sí mismos y en ausencia de interacciones externas, adquieran velocidad y aceleración. O dicho en cristiano, es la tendencia de los cuerpos a mantener el estado de movimiento o reposo. Usted deja de pedalear, pero la fuerza aplicada con antelación que ha causado el movimiento, le permite seguir andando. Pero atención, no por demasiado tiempo. En algún momento deberá volver a pedalear.
Sí, amigo... está andando en bicicleta. Enhorabuena. Ahora está en condiciones de ir en su vehículo a adquirir el periódico matutino, o simplemente a dar un paseo para hacerse el deportista. O incluso a trabajar. Pero eso sí, no olvide los señalados implementos de seguridad, así como unos muy convenientes broches para ajustar las bocamangas de sus pantalones y evitar de este modo que resulten aprisionadas por la cadena, que suele llevar importantes dosis de grasa de litio que suele ser producto difícil de quitar cuando mancha.
Es recomendable que los susodichos broches (otra cacofonía) sean de un color a juego con sus pantalones. Sino parecerá realmente un payaso.
A disfrutar, amigos. Y mucho cuidado con los camiones de butano.
Foto: de origen no tan desconocido.
Instrucciones para andar en bicicleta.
Como medida previa para el aprendizaje de la conducción de una bicicleta conviene, o es aconsejable poseer el mencionado vehículo. Se trata de una estructura metálica, generalmente de aluminio, en forma de doble triángulo, compartiendo uno de sus catetos.
A esta estructura debe agregársele una serie de gadgets o accesorios, indispensables para su correcto funcionamiento. Un par al menos de engranajes, una cadena que los una y que permita la tracción; así como un asiento que puede ser más o menos confortable, y un manubrio para simplificar su manejo. Estos accesorios pueden (o deben) ser beneficiados con dos pares de adminículos realmente indicados para su correcta guía, que son los frenos y los pedales. Ya abundaremos en este particular.
Es también prudente estar en posesión de una edad cronológica no superior a los doce años, toda vez que un señor de cuarenta y seis inmerso en la operación de adquirir los conocimientos básicos del caudillaje de un velocípedo puede implicar un cuadro realmente dantesco, o vergonzoso. Especialmente por las rueditas. Estas últimas son harto imprescindibles en la consecución de los primeros pininos en la ardua labor de instruirse en el mencionado vehículo.
El primer paso consiste en la postura de ciertos elementos de seguridad que el sentido común y las normas de tráfico exigen para el uso en vías públicas de este respetable medio. Estos son: el casco, que suele ser una estructura resistente con forma de medio melón, y el chaleco, sólo para conocedores, prenda de vestir de colores fluorescentes, para ser distinguido en las noches oscuras.
A posteriori, es importante elevar la pierna derecha por encima de la hipotenusa del triángulo mayor de la bicicleta, en adelante simplemente "caño". Las bicicletas de dama por razones de castidad y decoro, suelen tener el caño a la altura más baja posible para evitar dolorosas congestiones e impactos, pero el caño... que está, está.
Una vez con las piernas por encima de la bicicleta, es decir con el ser viviente montado en ella cual equino inanimado la parte viviente de este flamante centauro procederá de modo expedito a encaramar su trasero al asiento mencionado ut supra, a los fines de evitar un peligroso primer impacto de sus ancas con el susodicho caño. O peor aún, con el duro y lejano suelo.
Para mantener el equilibrio en estos menesteres, es indispensable el uso de las mencionadas rueditas, que son dos complementos útiles sólo para el aprendizaje de la conducción en las primeros días, puesto que el manejo continuo del velocípedo de manera gallarda sin prescindir prontamente de ellas, especialmente a edades de vellosidades corporales, se convertirá sin duda alguna en el hazmerreír del barrio, y por qué no, de los poblados adyacentes; objeto de mofa y escarnio.
Dicho esto, sólo queda ir hacia adelante. Las bicicletas carecen del don de la marcha atrás, atributo sólo reservado a ciertos vehículos de motor. Pero este no es el caso de nuestro ensayo. Si uno desea ir en la misma dirección, pero en sentido contrario, deberá indefectiblemente realizar una parábola lo más cerrada posible dentro de los cánones lógicos de seguridad y simplemente retomar. Lo que se denomina comúnmente como "pegar la vuelta".
Hacia adelante se discurre del siguiente modo: se endereza el manubrio del modo más coherente con la disposición del camino (que está bajo sus pies en estado de reposo, y transcurriendo -también bajo sus pies- en estado de movimiento) se pone uno de los pies sobre uno de los pedales (es bastante prudente que el pie que se apoya sobre el pedal coincida en género con la ubicación del mismo, atento a que si pusiésemos el pie derecho sobre el pedal izquierdo y viceversa conseguiríamos: a) un truco de maleabilidad corporal digno del Cirque du Soleil; y b) un tremendo porrazo.
Lo dicho, puestos los pies sobre los pedales, el que se halle a mayor altura respecto a la línea del suelo, deberá empujar en un movimiento de energía descendente hacia el punto de destino. el siguiente, de un modo casi natural, lo acompañará. Caso contrario, propinará al usuario un horrible golpe en la parte trasera de su pierna.
Cumplidos los pasos de manera conveniente, estará usted andando en bicicleta. Aunque con la inestimable asistencia de las referidas rueditas, que son realmente ineficientes cuando se trata de no pasar vergüenza en las autovías o de seguir un sendero especialmente estrecho al lado de una vía de tren.
Por eso, nuestro último y vital estadio será el de prescindir definitivamente de las rueditas. Una vez conseguido los rudimentos de la conducción; esto es coordinación de movimientos, consumación de los objetivos de dirección y definición de la fuerza impulsora necesaria, procederemos a quitar las ruedas. No llore. No se queje. Si deja pasar mas tiempo, es peor. Llame a su bicicletero de confianza, o mejor aún, extráigalas usted mismo. Se adquiere esa pérdida (delicioso oxímoron) gracias al auxilio de una llave fija o estriada (estas últimas son mejores por su seguridad) generalmente de media pulgada (en la ferretería las verá puesto que justo al lado de la boca de la llave poseen los signos "1/2". En muy raras ocasiones las tuercas que unen las rueditas a su velocípedo serán del tipo "9/16"pero de eso usted se dará cuenta pronto. Simplemente la boca de la llave no abarcará de manera ajustada a la tuerca aludida.
Le suplicamos desde este foro que no cometa el despropósito de utilizar para ello una llave inglesa o francesa (sí, lo sé, la mayoría de los seres humanos desconoce la diferencia entre ellas y las llaves no hablan ningún idioma salvo el chino últimamente porque todas se fabrican ahí). El objetivo de desarme se obtendrá. Pero la emoción no es la misma que ajustar la llave a la tuerca y realizar el debido movimiento circular (¡¡¡No!!! para la izquierda, ¡¡¡para el otro lado ajusta..!!!) y quitar la tuerca rápida y limpiamente. Bien hecho.
Ahora sin ruedas auxiliares, sólo es usted y la máquina. Usted frente al destino, por ejemplo la panadería de doña Carmen a comprar ese medio kilo de cuernitos que tanto desea. Actúe del siguiente modo: Acérquese al bordillo de la acera (dicho en argentino básico "al cordón de la vereda") impulsando de modo manual su bicicleta y haciéndola descender por el lugar menos accidentado posible, para evadir de este modo la rotura de los delicadas ruedas principales del vehículo; y recuerde jamás de los jamases baje el cordón con usted arriba puesto que probablemente comience con un proceso de destrucción de las llantas de aluminio de su velocípedo y el deterioro de sus hemorroides.
Súbase a la bicicleta del modo antes mencionado. Una pierna por arriba del caño. Y los pies sobre los pedales. Respire hondo. Mire al frente. Al frente... es la línea recta por delante de sus ojos. Nunca de los nuncases observe las ruedas de su bicicleta. Dicen las abuelas (que de esto saben mucho aunque en su perra vida se hayan subido a una bicicleta) que aquel que mirase las ruedas en funcionamiento se mareará indefectiblemente y quedará inhabilitado para futuras conducciones previo paso por una hostia contra el asfalto. Lo dicho, mire hacia adelante. Haga de cuenta que en las ruedas se esconde una Gorgona apestosa que lo convertirá en piedra. O imagine que ahí debajo está su suegra en ropa interior de La Perla intentando seducirlo. Al frente. Y mueva los pedales... mantenga el equilibrio. Esto se logra impidiendo con el uso de su manubrio que su vehículo de tracción a sangre haga eses. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo... mantenga controlado el cordón (si... el bordillo, pesau) por si hace falta hacer una escala en el con su pie más cercano. Una vez mantenida una trayectoria rectilínea, empuje un poco más con los pedales. No demasiado, hasta que se acostumbre al ritmo.
A veces, los más avezados (eso fue una cacofonía) podrán dejar de pedalear por unos momentos y dejarse llevar por la inercia, que es una propiedad de la materia por la cual los sistemas físicos no pueden cambiar algo en los sistemas físicos que impide que, por sí mismos y en ausencia de interacciones externas, adquieran velocidad y aceleración. O dicho en cristiano, es la tendencia de los cuerpos a mantener el estado de movimiento o reposo. Usted deja de pedalear, pero la fuerza aplicada con antelación que ha causado el movimiento, le permite seguir andando. Pero atención, no por demasiado tiempo. En algún momento deberá volver a pedalear.
Sí, amigo... está andando en bicicleta. Enhorabuena. Ahora está en condiciones de ir en su vehículo a adquirir el periódico matutino, o simplemente a dar un paseo para hacerse el deportista. O incluso a trabajar. Pero eso sí, no olvide los señalados implementos de seguridad, así como unos muy convenientes broches para ajustar las bocamangas de sus pantalones y evitar de este modo que resulten aprisionadas por la cadena, que suele llevar importantes dosis de grasa de litio que suele ser producto difícil de quitar cuando mancha.
Es recomendable que los susodichos broches (otra cacofonía) sean de un color a juego con sus pantalones. Sino parecerá realmente un payaso.
A disfrutar, amigos. Y mucho cuidado con los camiones de butano.
Foto: de origen no tan desconocido.
44 murmullo(s):
Me dice Julio que le ha encantado...
Se puede aprender algo tarde, a pesar de la vergüenza cuando a mis 25 agostos me monté por vez primera!!!!!!!!! (pero no se lo digas a nadie)
jajajajaja...
que puedo decir... buenísimo
tengo una gran, gran sonrisa en mi rostro...
se vienen otras instrucciones??
mil abrazos ;) desde mi esquina recorrida en bicicleta...
@
Eso estuvo muy bueno, muy informativo y educativo, me encanto.. tomare fielmente las instrucciones para montarme en una, claro una vez que la tenga.. Besos.
Me hizo acordar a La decadencia de la bolita, de Dolina.
A ver...y ese método empírico de subirse sobre la máquina y a fuerza de tropiezos conseguir el equilibrio?Así aprendí yo....:P
JAJAA!!!
Excelente Andy! hace un tiempo hice el mismo ejercicio en mi blog, con "Instrucciones Para Encender Un Cigarrillo"...Grande Cortázar!!! (Claramente tus instrucciones me dejaron con una gran sonrisa dibujada en la cara...es que si hubiera tenido estas instrucciones a los 10 años!!!)
Está buenísimo lo de ponerse algo en el pantalón...y es que más que la mancha de grasa, hubiera sido rebueno evitar las dos semanas en cama por esguinzarme la rodilla por terminar con medio pantalón metido en la cadena de mi querida Anita (diminutivo de su nombre real...Doña Anacleta)...y eso no me pasó a los 10 años...sino a los 25...jejeje!!!
Cariños!!!
Alfonsina (...Cicuta O Maleza?...)
Qué gusto me da andar por la blogósfera y encontrarme de alguna manera a don Julio Cortázar, en letras, en homenajes, en recuerdos. Siempre es un placer.
Sé montar en bicicleta, aunque hace mucho que no me subo en una, dicen que es algo que nunca se olvida. Lo aprendes una vez y listo. Un saludo,
todas las instrucciones deberían de ser así!! jaja me has hecho reír, hoy me hacía falta
besos
La nostalgia me invadió. A los 10 años tuve mi primera bicicleta, toda brillante. Hoy, al leerte sentí el olor a nuevo que tenía. Gracias.
Vaya! Increíble!!... Me han entrado unas ganas locas de montar en bicicleta! Lástima que este lloviendo por aquí...¿qué consejo das para montar en bicicleta mientras llueve? jejeje
He llegado aquí siguiendo el rastro que dejaste al visitar mi ministerio y...oye! me encanta tu lugar...me quedo un ratito más por aquí observando y te visitaré más a menudo!
Besos!
parece fácil contado así
un beso, andy
Pues...como que me dan ganas de agarrar una y salír a bicicletear...
Muy buen e ingenioos escrito, Edy.
Muchas gracias por pasarte por mi blog .
Un abrazo
Perdón, puse Edy , cielos. Son las prisas, la velocidad en este pedalear imaginativo. Andy, Andy,
Un abrazo
jajajjaaj muy practico.
Un abrazo
Jajjaaj, gracias nuevamente.
Te doy las gracias por hacerme reir, y describir tan bien [nuevamente] como enseñar a alguien a montar bicicleta. No me rei realmente por tu post, porque estoy sentada en clase. Y otra cosa, tengo mucho que no ando en bicicleta.
jajaja gracias por el post, buenisimo, un saludo para ti que es lindo leerte
Muy divertidas las instrucciones que diste para andar en bicicleta, pero a la vez muy ciertas.
Yo trate de aprender aproximadamente dos años atras y oh my gosh!! el resultado fue una mano raspada y un moreton en una píerna, pero a pesar de ello no se me quita la idea de aprender, por supuesto evitando las penodas rueditas extras.
Gracias por tu visita
... lo bueno de recibir nuevas visitas en casa es poder devolverlas... esto no pasa con los anónimos, claro!... y lo bueno de encontrar nuevos blogs es escotrar un nuevo blog que te gusta, que dice cosas bonitas, interesantes, y desde el corazón... ésos son los que más me gustan, los más intensos, los más personales...
Me encantaron las instrucciones! un buen homenaje a Cortazar! a mí me encanta Cortazar... y me muevo en bicicleta... luego anduve recorriéndo el blog de cabo a rabo y encontré muuuchas otras historias que me gustaron mucho...
Volveré!
Abrazo... Sonia
fe de erratas: a ver... donde dice "escotrar" quise decir encontrar, y donde dice "recorriéndo" quise decir recorriendo... (no se puede escribir tan rápido)
Besitos!
Q bien me hubiesen venido estas instrucciones cuando intentaba aprender a montar. Yo sin ayuda de nadie, pero dándome cada leñazo...
Gracias por tu visita :) y sobre todo por tu comentario, vuelve cuando quieras.
Saludos.
Pero que grata sorpresa!
Me he reido y lo he pasado barbaro (como dicen ustedes) recorriendo tu blog. Estoy en este momento en el sur de Argentina gozando intesamente el contacto con la naturaleza, he caminado por bosques, rios, montañas, he comido como rey...me encanta venir a este pais.
Gracias por tus coments con respecto a Huinay, espero que luego podamos mostrar e que viene.
Abrazos andinos
excelente, la ciencia de andar en bicicleta, me gusto mucho
gracias por visitar mi ankawenu(cielo en mapuche)
porque odias al tipo de mi blogggggggggggggggg snif snif jajaaja
He disfrutado La lectura, inolvidable remontarse a la niñez y recordar los choques con los postes de luz. En ese tiempo no las habian en todos los tamaños. Jajajajajajaja. Afortunadamente para los peques hoy cuentan con diferentes modelos.
Saludos Cordiales.
Sencillamente genial, felicidades...
Gracias por la visita a mi mundo... besos
Casi podía montarme sobre tus palabras e ir pedaleando a lo largo de tus frases...Don Oliverio y Don Jukio habrán reído, cómplices
Me remontaste a mi niñez, cuando andaba en la bici con rueditas... me encantó el post!!
Gracias por la visita a nuestra casa...
Saludoss
Seguro que Don Julio hubiese aprobado el detalle con que escribiste las instrucciones.
A ver si ahora sí puedo montar una bicicleta con decoro.
Un beso ♪♪♪♪
jajajaaaaa
está realmente genial.
Muy, muy, bueno.
Saludos!
Hola Andy!!!
Que tal? Soy Sari, ha sido una verdadera sorpresa tu visita, me ha echo mucha ilusión. Me alegro de que te haya gustado mi blog, me he leido el tuyo de "pe a pa" y me ha gustado mucho. ¿Como has llegado hasta mi bosquecillo?, me causa mucha curiosidad, venga cuéntamelo...si quieres!!
Respecto a tu post, decirte que mi mayor trauma con la bici llego cuando me quitaron las dos ruedas traseras, soy de naturaleza torpe, sabes, y nunca pude superarlo. Gracias a tu post me dan ganas de volver a intentarlo, pero quiero vivir para volver ha hacerte una visita o leerte por mi blog.
UN PuÑadito dE BeSos.
Dejo un abrazo repleto de mi mejor energía y me retiro en silencio.
MentesSueltas
Pedagógico, divulgativo y divertido. Gracias por regalarme un buen rato de sonrisas. Un saludo.
Hola Andy, agradezco tu visita a La Aldea, y te felicito por tu blog, me fascino, me tendràs por aquí seguido. Saludos
Mi apreciado recien descubierto hermano: Creo que es muy instructivo este instructivo, y además graciosamente escrito lo que se agradece doblemente. pero creo que hay un punto que debieses re.considerar, es aquello alusivo a la edad cronológica, digo no hay edad para aprender o no debiese haberla...aunque claro si la hay de alto riesgo...patineta en la vía pública por ejemplo o en la cancha pavimentada, no es muy recomendable a cierta edad, pero ve tu a saber que talentos se pueden desarrollar despues de los 12...
(Esto te lo digo, hermano mío, por encargo del abuelo, a quién también le ha encantado tu post y ya estaba montado en la bici, pero llegada esa parte se ha puesto serio,ha fruncido el ceño y se bajó :) )
por mi parte besos :):)
Mi niñez va de la mano de las bicicletas, cómo las disfruté! a mi niño-de-8 no le late la bici :( por haberle regalado una moto desde los 4, grave error.
Que buen rato leyendo aquí, jaja
...y una vez que se aprende a montar en bici, nunca más se olvida...
Me encantó "el cordón de la vereda", bonita manera de llamarlo allí.
Un beso, Andy
Gracias por la lección de bicicleta (no se montar y tal vez ahora...) y gracias por la forma de escribir tan hermosa que tienes.
Siempre se aprende en esta tu casa, de vos, de ti.
Un beso
de repente me entraron las ganas de montar en bici!jeje
muchas gracias por pasarte por mi espacio...
saludos!!
:)
asi o mas claro eh??
instrucciones a prueba de error..
saludos..
P.D. todo tiene instrucciones...
Buf...que recuerdos! Cuanto tiempo hace que aprendí a montar en bici...
Recuerdos del isleño.
¡Qué divertido!
En mi barbilla hay una cicatriz que me recuerda cada día que con tan sólo 6 ó 8 años, mis hermanos me montaban en la bici de mi padre, de esas grandotas y con barra, nada apropiada para una señorita tan pequeñita como era yo a esa edad, y me lanzaban de un empujón. Una vez encima, pedaleaba levantada, pues no llegaba a los pedales y en una curva maldita cai de bruces contra el suelo.
Mi barbilla dejó un gran reguero de sangre hasta casa.
Muy entretendio tu blog. Ha sido un descubrimiento muy grato.
Besos
simplemente ma-gis-tral!!!!
Y pese a estas instrucciones tan completitas y oximoronizadas (como un mormón), a andar en bicicleta no aprenderé más.
Lu
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