TROPOS XII - METÁFORA

… tu vientre es una plaza soleada, / tus pechos dos iglesias donde oficia / la sangre sus misterios paralelos…” (Octavio Paz)

Los mares de tu rostro hoy en silencio.

El perdón huracanado que siento al leer tus cartas azules.

El océano muestra arrugas blancas y espuma alrededor de los labios. El océano ha envejecido.

La cena sabía a tarde de tormenta. El desayuno sabe a luciérnaga de plata. Tus besos, a abrazo de la muerte, a cielo de invierno, a dulce congoja.

La madrugada abre al fin su mano. Me regala dos nubes y media, y la posibilidad de robar estas pocas palabras… Que no son las tuyas, porque tus palabras son islas fabulosas, dispersas en el mar del silencio que alguien ha puesto a propósito, dolosamente dolorosas.

Toda hecha de ausencias tu presencia. Porque estar juntos se apoya en nuestras soledades. La silla animal que duerme, y donde sólo quepo yo. Y una muerte que no ha sido, una muerte donde ni un pájaro queda en la jaula vacía de sus costillas.

Solo me quedo, en el único sitio donde el aire respira seres puros. Pájaros que echan raíces y árboles en largo vuelo verde. Fantásticos dameros descoloridos. Insensatas noches encendidas de llanto.

Pasos que se agigantan, trepando sobre el árbol de garbanzos que hoy es mi deseo.

Pronto tendremos la oportunidad de tener cuerpos de hacer más alma, darnos ese abrazo que pone en libertad a lo abrazado.

Hoy soy tiempo escurridizo. Los días aburridos navegan sobre el caparazón de una tortuga, esas viejas verdes que nunca pagan el alquiler y que estiran el cuello para quitarse años. Lifting tendencioso y melodramático.

Como me dijo Juan alguna vez al oído; o a los ojos: un pájaro vive en mí. Una flor viaja en mi sangre. Mi corazón es un violín… Al fin estás a un paso.

Y Julio me enseñó que sólo pensando en vos puedo lograr una bandada de palabras posándose una a una en los alambres de la página.

Pájaro paisaje. Nada se oye. Arbitraria ausencia de la carne. Presencia infinita e impiadosa.

Empanadas de dolor. Rellenos de amianto en tu pecho, entre el sexto y el undécimo espacio intercostal.

Salobres lluvias que emanan de tus ojos. Ya no estas acá. Ya no estoy.

Tu voz, en mitad del silencio. ¿Yo? ¿Qué puedo añadir más que estas líneas muertas?

Voy a saltar hasta vos. ¿Estarás ahí para recibirme?

Metáfora. Alusión a una cosa por medio de otra a fin de evitar el nombre cotidiano. Implica un símil en que se suprime el comparativo "como" e incluso el objeto mismo comparado.