TROPOS XV - PERÍFRASIS

"Apenas la blanca aurora había dado lugar a que el luciente Febo con el ardor de sus calientes rayos las líquidas perlas de sus cabellos de oro enjugase". Don Miguel de Cervantes Saavedra.

Desde la cima del mundo, busco la vista más endeble. Dios no me ha dado lo de Salomón, pero lo busco en cada línea de las piedras preciosas de las letras. Creo encontrarla en el tono de tu voz, en el color del producto de Baco, en las líneas que llevan a tu cuello, en el centro de tu cuerpo.

Porque la sabiduría que yo ansío es la misma que encontró Ulises al desembarcar en cada trozo de tierra rodeado de mar. Porque la luz que necesito está en cada uno de tus órganos latientes. En el producto translúcido de tu boca entreabierta, en el ser que vive dentro de esa cueva de palabras... ese ser rosado y húmedo que busca su igual en mi boca

Y se conocen... y la alocución más vívida es la que se dice sin los gérmenes del lenguaje.

Me contamino de vos. Encuentro los insectos más dulces para matarlos... y dárselos de comer a tu propia manzana.

Me hundo en los pliegues de tus atributos de placer. Me caigo sobre las bisagras de mis piernas y encuentro la fuente del alimento de tu futuro... me arriesgo a ser el rey de la selva que se come tu costado de gacela.

Y subo por la curva del centro, para encontrarme con lo que deseaba. La pálida luz que emerge de la oquedad que formó parte de tu alimento primigenio. Aquel que llevaba sangre y ahora yo, humilde mortal, la sigo rastreando.

Olfateando como un sabueso empedernido cada centímetro de tu órgano más extenso. Y extendiendo aún más el mío con el estímulo.

Y agradezco a aquella que te llevó en sus entrañas, por contenerte, por cuidarte hasta dejarte a mi lado, luego de una vida con sobresaltos. Busco el elemento eliminador de las huellas dejadas por el grafito, para borrar tu ausencia... y encontrarme en ese momento no tan lejano, en que nos buscamos, cuándo no, bajo el resultante de otro encuentro: el de los ciclones y anticiclones... el de las bajas y altas presiones... como aquellas que me dejaste aplicar en ciertos distritos de tu cuerpo.

Un mamífero carnívoro de la familia de los cánidos domesticado por el hombre, emite su sonido particular, justo al empezar a faltar la luz del día. O sea... si soy más vueltero, al dar comienzo a no existir la forma de energía que hace visibles las cosas al impresionar la retina en el fondo del ojo durante el tiempo que dura la claridad del Sol.

No te rías... puedo seguir dándole vueltas a la idea de tenerte, para que sea más fuerte la idea de tu ausencia, porque como dije, sos mía y de nadie. Sos de él y de nadie.

Huele a caricias compartidas; aquellas que dejan la marca indeleble de tus superficies irrepetibles, para que los científicos del futuro, cuando encuentren mi tumba puedan reconocer tus propias huellas sobre mi piel, sobre mi carne, sobre mis huesos resecos.

Porque hay momentos que ocurren sólo una vez. Pero dejan marca para siempre.

O sea, para la eternidad.

Porque si hay algo que sobra, son tiempo y palabras.

Perífrasis (Circunlocución): es una de las figuras oblicuas; consiste en designar de forma indirecta un concepto a través de un conjunto de sus características.

Foto: Así se escribe Madrid en ruso. Aeropuerto Internacional Sheremetyevo, Junio de 2006.-