TROPOS XXVII - APOSIOPESIS

A quienquiera que sea la protagonista de mis sueños.-

Y encima, vas y me decís que no me enamore de vos. Como si esto yo lo pudiera decidir. Como si pudiera pedirle a las medusas que no floten cuando hay viento norte. O si pudiera ordenar a todos los perros del planeta que no aullen a la luna. O entender las malditas frases crípticas de mi...

Lo que pasa es que vos entendés que las palabras que quiero decirte no pueden esconderse porque no necesito pensarlas antes. Cuidadosamente hago el repulgue de mis deseos, pero siempre se escapan. En dirección a vos. Como si algo que aún no estaba escrito pudiera decidirse con una mirada, con la primera mirada de tus ojos, que son un poco más claros que en aquella imagen, me dijiste. Y con las ganas que tengo de encontrar la cima helada de tus...

Pero encontrarte no fue suficiente. Tuve que soñarte una vez, y otra. A pesar de lo lejos que estás, de lo terrible que son las luces hoscas de la distancia, y de las cerezas que compré inconscientemente para vos, no es suficiente. Luego tuve que escuchar tu voz, y ver que ese acento, esa textura es infinitamente mejor que lo que me esperaba. Porque es exactamente igual a lo que esperaba. Y esa seguridad insegura. Y esa maldita contradicción que nos eleva de rabia. Y nos hace sentir tontos redomados, pero aún estrictamente, escandalosamente solitarios. Y yo, con las ganas que tengo de decirte que quiero comenzar a besarte la...

Y vos que puede que estés con otra persona ahora mismo, que hables y te sientas cómoda, pero yo no dejo de pensar en lo inevitables que somos, en lo terriblemente solos que nos sentimos cada noche, con el otro lado de la cama vacío de promesas. Y me pedís que no me enamore de vos. Como si se le pudiera pedir a cierta luna que deje de ser negra y mirarte con esos ojos de inquietud conmovida. Como si pudiese darle un grito a todas estas incógnitas que me acogotan y mandarlas a la cucha. Como si pudiese evitar querer mirar esos ojos de un modo distinto al que lo hice la primera vez. Como si fuera tan simple dejar de pensar en tu espalda, y en tus clavículas, y en tu...

Pero no, en algún lugar de tu cuello están escritos los secretos de tu risa, y de tus chistes irónicos. En alguna esquina del mundo que sin querer dibujaste para mí están tus reacciones desaforadamente calmas y las instrucciones para lidiar con ellas. Y si uno es capaz de superar la adicción al romance y el pre-amor, es posible ver las cosas de forma diferente. Y no estar todo el tiempo pensando en las formas de conquistar el final de tu piel, en tus magníficos...

Tal como te veo, sabés que puedo hacer lo que me pidas.

Y vos vas y me decís que no me enamore de vos.

Aposiopesis. Figura retórica que consiste en sustituir con puntos suspensivos un final que es penoso o embarazoso decir.