SUELTO AMARRAS

Suelto tu pelo con mis besos.

Un indómito y salvaje río se desprende en cascadas... tu pelo huele a hierbas y a noche estrellada.

Y te recorro. Encuentro las concavidades más delicadas. Y una parte enhiesta de mí se estremece.

Te muerdo. Otra vez. Y otra.

La suave bruma me repele, y me empuja hacia vos entre vientos de almendra. Útiles formas extrañas se descuelgan de tu cuello. El sol cae oblicuo, como tu mirada.

Y un extraño pájaro se posa en mi nariz, y al no encontrar refugio huye a la tuya.

El agua transparente moja tus pechos y me apetece beber hasta hartarme de la sal de tu piel. Huele a yodo y a madrugadas. Se puede sentir el sonido del viento reptando en tu ombligo.
Me gusta sentirte cerca y lejos... escalando las paredes de tu piel y dejando mi piqueta donde me lo pidas, para que el dolor de la nieve excavada olvido mi recuerdo en tu mente adormecida.

Sobre la luz insensata la tarde se esconde en la anémona de tus cabellos. Me repliego en mí para verte mejor. Tus codos, tu vientre, la caparazón solitaria de uno de tus pulgares.

Te quito las gafas y beso la punta de tu nariz, como adelantándome a los acontecimientos, y bajando a tu boca, dibujo su contorno con mi lengua, y escribo haikus en el breve espacio del borde de tus dientes... para bajar a tu cuello y ahí quedarme...

Y una sentencia recae sobre el mortecino cielo. Mientras me despierto en tu mirada infinita, seduce el mar con su inmensidad.. pero nada puede hacer ante tu boca.

Cruza el amor... y la lluvia no encuentra refugio. Porque la noche es un recuerdo. Y en la gruta de tus sienes escribiré tu nombre. Y en tu tatuaje que aún no he descifrado... reescribiré mis besos

Y en la cubierta, entre aromas de algas y peces espada, bajo una vaharada de brisa de mar, sobre todas las almejas de la tierra, ocurre algo extraño.

Huele a finas hierbas. Huele a vos.