TROPOS XXXIV - CATÁSTROFE

Podría subirme a tu cama y abrazarte despacio, sin despertarte. Podría encender la luz y dejarla tenue para verte dormir y acompasar mi respiración a la tuya. Podría soplarte el flequillo para ver tu frente. Podría taparte y abrigarte con mi piel.

Podría quedarme quieto y hablarte en sueños. Podría besar suavemente tu espalda fresca y oler la menta de tu sudor. Podría encontrar tu cintura en tus sábanas nuevas. Podría desplazar el peso de mi deseo sobre tu pecho, y escalar el tiempo para dejarme llevar por el tuyo. Podría tocar los más inspirados arpegios para hacer música del borde de la luz de tu ombligo.

Podría perder el tiempo en palabras inocuas, o ganarlo en hechos esperados. Podría dejar correr los segundos como en una hemorragia temporal y mancharte con esa sangre cronológica.

Podría secuestrar por un rato tu boca aún dormida y no pedir un duro de rescate. Podría lamer la comisura de tus labios y comprobar que no estás en brazos de otro morfeo.

Podría despertarte.

Podría caminar con mis dedos húmedos de lágrimas el sendero de los bostezos, y podría detenerme en la punta de tu nariz. Podría terminar de desnudarte para tener una infalible excusa para volver a abrazarte.

Podría dejarte reposar y humedecerte de saliva por completo, hasta que el reposo cese y se convierta en trémula reconvención. Podría reconducir mi lengua a lugares insospechados y verte sonreir de placer. Podría enseñarte lo que aún no sabés (y yo tampoco): cómo se te hace gozar.

Podría demorarme en tu ombligo y hacerme experto de tu orografía. Podría aprender palmo a palmo la topografía de tu piel y mapearla para futuras incursiones. Podría incorporar al GPS de mi boca cada calle, cada esquina, cada accidente de tu cuerpo, y memorizarla de modo escandaloso.

Podría, al fin, refugiarme dentro tuyo, poner mi piel bajo la tuya y moverme al ritmo que dicten tus caderas, o al que se inventen las mías. Podría abalanzarme en vos, atornillarme en vos, encastrarme en vos, acoplarme en vos, ensamblarme en vos, ajustarme en vos.

Podría no querer detenerme nunca, y saber que es inevitable que explotemos en esta madrugada de fiebres inconscientes. Podría establecerme en tu cuerpo como un parásito amigable, mientras, entredormida, me revolvés el pelo y volves a sonreir para que un relámpago azul pase por la ventana en dirección al sol.

Podría...

Pero no te tengo.

catástrofe. (Derivado del griego ‘katastrophé’, 'ruina', desenlace dramático, de ‘strepho’, ‘volverse’. Desenlace, particularmente cuando es desgraciado, de un texto dramático.