A aquella que me ha cambiado algo más que los pañales.
Los médicos dicen que es un síndrome temporal.
Se trata de la "depresión de los nervios superiores con disminución del control motor, estupor, pérdida de la coordinación y con frecuencia náuseas, deshidratación, y cefalea".
Ella se despertó y tenía todo eso y algo más. Sabía que nadie podría comprender.
Se dirigió al baño, y ni siquiera tuvo que esforzarse. Olía mal, pensaba mal, sentía mal. La descarga fue frenética, inesperada, casi jactanciosa. No sabía dónde estaba, sólo que estaba sentada en alguna parte haciendo de vientre con un dolor que trascendía a sus tripas. Para su cerebro daba igual si estaba en Odessa o en Rosario; en New York o en Estambul.
Su dignidad estaba en Atocha, En Retiro, en la Grand Central o en Constitución esperando un tren a ninguna parte,
No era por diversión. No era un entretenimiento. A veces tenía un motivo. Uno sólido. Otras veces su motivo era precisamente la ausencia de ellos. No tenía razones. Una buena razón para volver a hacerlo.
No lo hacía delante de la gente. Se sentía demasiado culpable para ello. Pensaba que todos la miraban. Y aunque algunas veces así era, la mayoría de ocasiones no interesaba. A la gente no le interesan esas cosas más que por una morbosa razón: la misma que te invita a mirar el accidente de cerca.
Y éste era un atropellamiento de los buenos: una vida mutilada, desangrada, retorcida, el desamor en línea plana.
Y todos piensan lo mismo que habrá pensado Noé al verse descubierto por sus hijos, avergonzado y humillado.
Todos son escépticos. "Es una vergüenza... es una pena". "Aún es joven". ¿Cuándo fue la primera vez? Algún abuelo que te invita, como broma familiar, una escapada con amigas, una noche de soledad, con el vacío de los hijos gritándole al oído, una tarde de siestas y películas por cable.
Ahora eso es irrelevante. Sin importancia.
Minúsculo.
Nadie se atrevería a calendar ese debut. No habrá sido un día de fiesta.
La acidez le encoge la garganta, el esófago y el alma. Acidular los recuerdos, hacerlos pequeños, caleidoscoparlos, estrujarlos hasta que se hacen un bollo inintelegible. Ahogarlos y ensuciarlos.
Pero cada vez que ocurría, no sólo asesinaba los malos recuerdos, en la misma operación estrangulaba los buenos motivos, las cosas qué celebrar.
Linchaba en el mismo acto los buenos y malos tragos.
Y en ese manicomio de neuronas embotadas, comprendió que no podía ponerse de pie.
Agua en Buenos Aires, radicales hidroxilo en cada brazo, en cada gota de su sangre.
¿Cómo enfrentar la muerte con dignidad, si uno no puede pararse para recibir el tiro del final? Un gusano, un equiúrido, una serpiente hecha de cristales filosos se le metía en las venas con cada latido.
Es que hay días en que una se quiere morir. Tal vez sea lo más ventajoso. Para qué esperar un quincenio o dos, si uno puede acabar con la miseria, apostando todo a un sólo color.
El rojo color de la sangre de la fruta pequeña y maliciosa.
Nada de morder manzanas, ni partir peras, ni pisar un plátano, ni rascarse el higo, ni ponerle la fresa al postre.
Hay un racimo de razones, verdades como puños, sin olvidar que la más importante es que no hay razones. Por algo la adicción es "aquello que no se nombra". Es hora de alistarse al ejército de desesperados, de olvidados, de los descreídos.
Porque somos Legión.
Pudo levantarse, no sin esfuerzo. Conquistó a esa temible e invencible fuerza que acelera a 9,8 metros por segundo. Venció pírricamente a la gravedad. En este momento, el cuarto de baño se convertía en su territorio, en su propiedad. En un breve califato con un lavabo como oasis, un inmundo trono, y un mar cuadrado donde uno puede bañarse si lo desea.
Y ella lo deseaba.
Aquéllo era lo que más deseaba. Abrir el grifo inferior. Sentarse en posición de loto, y ocultarse del resto del universo bajo el potente y helado chorro de agua que no sabe de delirios, ni tremendos ni de los otros.
Sólo había dos pasos hasta la ducha, y doce pasos hasta el exterior. Sea lo que fuese lo que los demás llamaban exterior.
Trastabilló. Cayó, rodilla en tierra en el suelo húmedo del baño. Metió la mano hasta el fondo en el inodoro. No era la primera vez que tocaba mierda en ese día.
Cayó sobre sus propias miserias. Y -si yo hubiera estado allí-, como hizo el gran Alejandro a la muerte de Bucéfalo me preguntaría ¿Es que existe un Dios que pueda permitir algo como esto?
Si pudiera hablar con él, lo agarraría de sus divinas solapas, y escupiéndole en su divina barba le gritaría en su divina cara en qué mierda estaba distraído para que estuviese desatento con ella.
Sigue rodilla en tierra, meditabunda. Su dolor se desdobla. Sin origamis a la vista. Las grullas colarán en otra parte.
Está harta de la demagogia familiar. "¿Cómo permitís que pase esto?" "¿Vos sos consciente del daño que te hacés?" "La vida es bonita... es un desperdicio". Bullshit.
Ella quiere alzarse en armas contra ese gobierno de blandos. Aunque se lo piensa, y desea hacer una excepción o dos. El triunvirato suspira y no mira para otro lado. Por primera vez en mucho tiempo no hay reproches ni gendarmes. No hay persecución ni detectives en pantuflas.
Y por una razón que está mas allá de sus entendederas, por un motivo hijo de la costumbre, siente aún más culpa. Una culpa que debe ser entorpecida con algo.
Ella no sabe que este camino, este vía crucis de caídas y recaídas es recorrido por quinientos millones de seres como ella. En Lisboa y en Sacramento, en Caracas y en Madrid.
Se habló a si misma en el silencio de la habitación azulejada.
-Nunca más.
Le contestó el eco de su propia voz, rebotando sobre la brillante, espejada superficie que le devolvía su imagen demacrada y obcecada.
- Nunca más.
Hasta que vio, a pocos metros el verde recipiente, a medio transfundir. La maldita fuente de modorra. El odioso néctar.
Sólo un trago más.
El último trago.
Sólo por hoy.
13 murmullo(s):
Regusto amargo para terminar la mañana...retrato de un personaje atormentado que acierta de pleno...sólo un día más
Intentamos no repetir.
Ese "nunca más", sin embargo, por alguna razón vuelve a ser "bueno...sólo una vez más".
Quizás porque "nunca" sea demasiado, es que termina "siempre" siendo nada...
Quién sabe por qué razones, si las hay, compulsivamente repetimos y repetimos. Somos eco de nosotros mismos.
Espero que esté y estés bien...
Un abrazo fuerte.
Andy , antes que nada,escribís tan bien, me emocionó muchísimo ...
Como manejas las palabras ,la verdad si que escribís hermoso.
Yo ya pasé por "eso" y no puedo trasladarlo en forma de relato,se me quiebra el alma, que ya está quebrada.
Segundo : Gracias por entrar y dejarme ese lindísimo comentario , parece que somos , los blogueros manos leídos ...Jejeje, yo ya empiezo a tener envidia , ni siquiera tengo un troll/a que entre y me castigue,nada.
Y por otro lado veo blogs, tristes sin un pozo repleto de palabras y 194 opiniones , asombroso .
No lo se , tendrán algún código secreto,una señal en el cráneo,666,o que será?
Besos Andy y nos seguimos leyendo, yo por lo menos voy a pasar seguido,porque tenes tantos textos escritos tan , pero tan bien :)
Es la muerte en episodios, soplándole al oído para llevarla al reino del no pasa más nada...
Saludos de parca alegre desde las tierras del nopal...
imaginandote perdido y cansado, u mano sosteniendo tu cabeza.
vengo de atras y te abrazo, no pido ni digo nada solo te abrazo.
estoy, beso.
Tienes una forma sencilla y directa de escribir. Me gusta. Este relato de una tortura está plagado de imágenes mentales para mí.
Besos desde mi orilla.
Solo por hoy, hoy es el último ....y así seguimos...
Un blog pata tomar en cuenta...saludos de mi parte y te invito a conocer el mio "La Conciencia No Se Vende"
hola!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Razones que solo el que las pasa las entiende y si éstas no estan se fabrican, constuyen y destruyen la que en realidad da Vida a la Vida...
Nadie es culpable de los demonios, ni de los angeles es que no sabemos de que manera ser dentro de este frasco que nos hace tangibles.
Lo importante no es morir de pie, como muchos dicen, sino morir con un pincel en la mano para trazar ese camino que pisara nuestros pies con piel transparente.Morir con un lienzo en los ojos para dejar grabado los recuerdos mas bellos. Morir con luz para dejar en alguna pared la sombra de lo que alguna vez ocupo un cuerpo.
Un ultimo trago, un ultimo vuelo, un ultimo ataque de reveldia, una ultima escucha que sale del alma, un ultimo beso...
Solo por hoy y nunca mas...
Hacía tiempo que no te hacía una visita y llego y me encuentro con este relato tan crudo como cotidiano, tan duro como cercano.
¿Crees que algún día esos "nunca más" llegan a ser reales? Llámame negativa pero yo cro que no...
Besos abstemios,
M.
Que duro... que duro...
Me has hecho llorar y recordar, menuda forma de describir un dolor tan duro y cruel.
Saludos.
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