VII.- CASAS (O EL LLANTO DE LAS CIRUELAS)

lunes, mayo 5

 


Sin pensarlo, en algún momento...
...hablamos de casas.
Casas manchadas de recuerdo, embaldosadas de besos.
Casas donde se sueña, se establecen las delgadas tramas de la muerte futura. Ein Traum, que quiere decir un sueño, Un poema épico hecho de ciruelos que lloran. Fruta madura que se desliza y se muestra, que se desahoga en el último día.
Jactancia de quietud. Caminatas largas a media voz, sin dejar de contar los pasos que faltan para dejarte donde sea que te quedes, que es donde yo me he quedado. Y que vos vayas a ver a alguien y le lleves bombones que parecen chupachús.
Tu tristeza se palpa, es metálica y salobre, espídica e insatisfactoria. Y al detenerme a encender un cigarrillo, con tu mechero, puedo ver en tus ojos las aguas del Estigia. Y veo, detenidas en el ocaso, o tal vez más tarde, fotos de vos, que se pierden.
Tu voz. Voz de vos. Baldosas viejas y mal enceradas, pasillos profundos y gastados. La hipotenusa de los recuerdos invisibles.
Una casa, vieja. Una casa, nueva. Dejar algo al fin. Irse para estar siempre regresando. A ver si podemos volver a contemplar el llanto de las ciruelas
Y el escote de una ventana se enciende, a nosecuántos kilómetros. Y el libro que me regalaste se gasta en mis manos, porque intento descifrarte en cada palabra. En cada batalla, en cada muerte devastadora.
Pero hay algo más... hay una especie de rescate emotivo. Un salvavidas catártico.
Porque eso es lo que hacemos: trato de sacarte, tratás de traerme. Náufragos ilusos e ilusionados.
Salvarnos. De una vez. De nuestras miserias, de nuestras insatisfacciones, de nuestras efímeras e incipientes senectudes.
Dejarnos llevar por un desvelo, por un beso demacrado y tan lejano como Tombuctú. Como Winnipeg. Como Sri Lanka.
Un beso que espero, y que -tal vez, sólo tal vez- esperás; mientras vos soñás con tu casa vieja y nueva a la vez; y yo sueño con recorrer el Prado con vos. Promesa que cumpliré aunque sea tan viejo como los libros de la biblioteca de la Calle México donde el Viejo Ciego vio la no-luz.
El Ka, El Chi... el camino y el destino. Las causales casualidades. Coincidir en una dirección, en un sentido. Coincidir en el ritmo de los pasos.
Conmocionarte. Mientras los besos se mantengan lejos, pero habiendo superado el jamás.
Tan lejos como Singapur. Pero está allí, al final del camino. The long and winding road.
Pie detrás de pie, es la única manera de caminar.
Foto: La Pedrera, Barcelona, verano del 2003.-

3 murmullo(s):

Lena yau dijo...

Jactancia de quietud...me gusta mucho.

El Prado siempre estará allí.

Igual que Singapour.

Igual que el beso.

O los besos.

cariños!

Anónimo dijo...

No hay distancia si el camino se llena de esperanza.
Me encanta la Pedrera, no hay visita a Barcelona que no lleve mis pasos hasta ella.

Gracias por visitar mi blog
Saludos.

Poledra dijo...

Me encanta como escribes...es como si las palabras fluyesen. :-)

Volveré