XVIII.- CAMBIAR

martes, mayo 27

 




Muerdo los pliegues de tu cálida voz.

Acabás de tener una cita con tu pasado. Y mientras tanto, yo espero en la puerta para que puedas encontrarte con lo que llaman futuro.

Mientras dejo que te caigas al fondo de mi colchón, sacudo las cenizas del dolor, para que no nos dificulten el sueño. Por primera vez te has dormido, te has dejado llevar. Y mi espalda ha sentido la tibieza de tu respiración, y la suavidad de la yema de tus dedos.

A dieciséis cuadras de ninguna parte, me ramifico. Me extiendo para contenerte. Quiero aceptar el encargo de mis sueños; la responsabilidad asombrosa de aferrarme a tu dolor y sacudirlo.

Dicen que el alma pesa veintiún gramos. Puede ser, pero te aseguro que es una carga maravillosa y azul en mis bolsillos. No quiero una mentira sencilla, sino cada una de tus incómodas verdades. Puedo con ellas.

Más allá de las fronteras de tu ombligo estás vos. Cruel bondad, implícitas miradas. Osos panda intentando conectar cada poro del cuerpo, y consiguiéndolo.

Yo no quiero cambiarte, quiero cambiar con vos. Quiero poder decirte "bienvenida a casa", y reescribir una novela en tu espalda, borrarla y volver a empezar. No tener que acompañarte a ningún lado para que te vayas. Disparar contra tu cuerpo pequeños trozos de luna almidonada y algodonosa. Librar una pacífica guerra contra tu lengua (y perderla), y ganar.

Imaginar que la isla es una montaña helada para tener una excusa para abrazarte. Confesarte mis pecados sin pedirte el perdón reglamentario. Aprender a conducir la legendaria espera. Ser tu antihéroe y mencionarte de memoria el sabor delicioso de tu cintura.

Vivir la rutina como lo que es, la pequeña ruta cotidiana. Curarnos en salud. Fingirme omnisciente y afilar la mañana para que sea cada vez más delgada y que no salga de esta habitación en esta hora.

Ponerme en marcha con vos; y que la baca (con b) esté casi vacía (con v). Hacerte brillar. Soltar lastre, incesantemente, hasta planear.

Perderme con vos, para encontrarme con vos. Y lamer tu sonrisa de monalisa hasta escocerte, y curarte con miradas y una manta suave.

Esta vez, el mérito es tuyo. Y yo he dejado de ser un espectador.

En algún momento indefinido, decidiste ponerte en mis manos. En estas pequeñas, inexpertas, tenues manos humanas. Y no hay nada que más quiera en el universo.

Acepto el desafío.

Cambiar para ser nosotros.


Foto: Sintra, Portugal, hace exactamente cuatro años desde el día de hoy.-

5 murmullo(s):

Lena yau dijo...

Entre la foto de Sintra y la frase de cierre has acabado conmigo.

Con lo que queda de mí.

Claudia Sánchez dijo...

Andy:
Bellísimo relato.
Cualquier mujer que fuera la inspiradora se sentiría halagada.
Pero si fuera yo, me sentiría también obligada a responderte de la misma manera y realmente me sería imposible, al menos hasta no aprender a hacerlo.
Hay que cambiar la escencia para que eso suceda? Hummm... no, entonces paso.
Y ya sabés por dónde podés pasar. Hay nuevo post.
Te dejo un beso,

Waiting for Godot dijo...

Es hermoso. Besos para ti.

Mar y Sol(a veces tenue y otras no) dijo...

"No quiero una mentira sencilla, sino cada una de tus incómodas verdades. Puedo con ellas."
Hermoso, muy pero mucho.
Un beso

Steki dijo...

Hola Andy:
Wowwwwwwwwww es poco.
Nada me hubiera gustado más que ser la inspiradora de tan bellas palabras.
Pero no lo soy.
Así que me limito a leerlas y a hacer de cuenta que sí, que alguien me lo está diciendo a mí.
No te molesta que juegue un poco a ser la musa inspiradora de tus palabrras, no?
Es por un rato, touch, keep them and go.
BACI, STEKI.