No, no te lo recomiendo.
Escapar de la rutina, y morder los bordes del pasado, para arrancarlos.
Calcular los segundos que faltan hasta cada una de sus palabras, y que cada una de sus palabras sean bálsamo. Extremar la indecencia, y facilitar los pliegues del ocaso.
Esperarla. Sin desesperar, sin pensar en otra cosa. Y al mismo tiempo pensando en todo. Sentidos alertas.
La luna tiene ruido de luna, y la lluvia escalopa las cornisas.
Y las musas vienen, todas en una sola.
Clío, la que celebra los momentos más inconcebibles, la que extrapola mis sonrisas y las esconde en una caja putrefacta, pero a salvo para que ella las tenga alguna vez.
Terpsícore, que no Ester Píscore, que baila para mí, y se quita la piel con arañazos
Melpómene, la que desafina mis palabras hasta el infinito, un re sostenido que coincide con tu voz.
Erato, que es amorosa hasta el hartazgo, y empieza a ahogarte con los besos. Y que a veces te acaricia la nuca.
Talía, que florece y se despereza como cada mañana, sola. Escandalosamente sola.
Euterpa insidiosa que sólo puede darte deleite, sin percatarse de que la vida también requiere de requiebros, de imprevistos, de esperas, de pequeñas decepciones.
Calíope, que es una bella voz, pero una voz solamente. Que encubre su dolor con su canto, una voz que yo quiero quebrada, al oído, y con cigarrillos negros.
Polimnia, que canta todas las canciones en un mantra ininteligible. Que mezcla las melodías en el gran puchero universal, un canon que sólo yo entiendo. A veces.
Y Urania, que remite al cielo, la celestial, la escandalosa, la que quiere hacer locuras conmigo, hasta que despierte, hasta que pierda la esperanza, o la vuelva a recuperar.
La esperanza, esa puta vestida de verde.
Vos sos todas mis musas. Sos la musa definitiva, Y te vas escapando de mis manos. Se deshilachan tus tequieros, y yo los zurzo, metódico, porque son míos.
Mi musa tiene otro poeta. Pero él ha dejado de escribir.
He decidido raptarla, como Zeus a Europa, siendo un toro blanco, y desesperado.
Mi musa (Vos) es todas en una; y una en todas.
Está aquí si me toco el pecho, está allí si cierro los ojos.
Me muerdo los labios, me infarto los pies, me escondo de mis ojos, me huelo la mente, me arriesgo a perderla, me quito el dolor a dentelladas, me escondo, me alojo, me evito, me evado, me miento, me reprimo, me reprendo, me reintegro, me acometo, me silencio, me grito, me callo.
Me atrevo.
Todo esto duele tanto...
No, no te lo recomiendo.
No te lo recomiendo, pero yo estoy haciéndolo.
Escapar de la rutina, y morder los bordes del pasado, para arrancarlos.
Calcular los segundos que faltan hasta cada una de sus palabras, y que cada una de sus palabras sean bálsamo. Extremar la indecencia, y facilitar los pliegues del ocaso.
Esperarla. Sin desesperar, sin pensar en otra cosa. Y al mismo tiempo pensando en todo. Sentidos alertas.
La luna tiene ruido de luna, y la lluvia escalopa las cornisas.
Y las musas vienen, todas en una sola.
Clío, la que celebra los momentos más inconcebibles, la que extrapola mis sonrisas y las esconde en una caja putrefacta, pero a salvo para que ella las tenga alguna vez.
Terpsícore, que no Ester Píscore, que baila para mí, y se quita la piel con arañazos
Melpómene, la que desafina mis palabras hasta el infinito, un re sostenido que coincide con tu voz.
Erato, que es amorosa hasta el hartazgo, y empieza a ahogarte con los besos. Y que a veces te acaricia la nuca.
Talía, que florece y se despereza como cada mañana, sola. Escandalosamente sola.
Euterpa insidiosa que sólo puede darte deleite, sin percatarse de que la vida también requiere de requiebros, de imprevistos, de esperas, de pequeñas decepciones.
Calíope, que es una bella voz, pero una voz solamente. Que encubre su dolor con su canto, una voz que yo quiero quebrada, al oído, y con cigarrillos negros.
Polimnia, que canta todas las canciones en un mantra ininteligible. Que mezcla las melodías en el gran puchero universal, un canon que sólo yo entiendo. A veces.
Y Urania, que remite al cielo, la celestial, la escandalosa, la que quiere hacer locuras conmigo, hasta que despierte, hasta que pierda la esperanza, o la vuelva a recuperar.
La esperanza, esa puta vestida de verde.
Vos sos todas mis musas. Sos la musa definitiva, Y te vas escapando de mis manos. Se deshilachan tus tequieros, y yo los zurzo, metódico, porque son míos.
Mi musa tiene otro poeta. Pero él ha dejado de escribir.
He decidido raptarla, como Zeus a Europa, siendo un toro blanco, y desesperado.
Mi musa (Vos) es todas en una; y una en todas.
Está aquí si me toco el pecho, está allí si cierro los ojos.
Me muerdo los labios, me infarto los pies, me escondo de mis ojos, me huelo la mente, me arriesgo a perderla, me quito el dolor a dentelladas, me escondo, me alojo, me evito, me evado, me miento, me reprimo, me reprendo, me reintegro, me acometo, me silencio, me grito, me callo.
Me atrevo.
Todo esto duele tanto...
No, no te lo recomiendo.
No te lo recomiendo, pero yo estoy haciéndolo.
4 murmullo(s):
(manos sobre la cara)
(lágrima trocada en diamante por tus palabras)
(éste sí me gustó)
te quiero
Adri.
Y es que a veces hay que preservarse de tanto dolor. Y si uno se mete,es que entonces no duele tanto..o que en el dolor se encuentra algún tipo de placer. ¿Quién sabe?...la opciones son varias.
Un abrazo fuerte!
La esperanza, esa puta vestida de verde.
"No no te lo recomiendo, pero yo estoy haciéndolo"
Qué tema ese y cómo caemos una y otra vez en lo mismo...
Un beso.
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