XI.- CURVAS

sábado, mayo 10

 



A veces hay curvas. Momentos de la vida en que es necesario mirar a un lado y a otro... quitar despacio el pie del acelerador, y llevarlo suavemente al freno, apenas... acariciándolo, dejando que el ABS quede inmóvil y ocioso. Ni siquiera hace falta el embrague... sólo soltar el acelerador, que venía a fondo y tocar el freno. Sobarlo con la planta del pie, como haría un talabartero con ese cinto de cuero que está haciendo tan bien, o como el diamantista de Amberes, al despolvar la primera faceta del Koh-i-noor.
Frenar uno mismo para disfrutar del paisaje. No es cuestión de detenerse. Dios nos libre.
Disminuir el ritmo vertiginoso, para entrar en una sobredosis de ambiente. Encontrar el espacio justo para el rebaje, sólo una velocidad. Bajar las ventanillas del alma, y aspirar hondo. Muy hondo.
Acceder a la desesperación, sólo por un segundo para contrastar el piloto de hoy con quien era el que conducía ayer. Dejarse llevar por la inercia infinita y poderosa. La fuerza de los que carecen de fuerza.
Y no importa si uno va a bordo de una Masseratti o de un Dodge Polara. Uno puede frenarse igual, desentumecer las rodillas, arrancarse un cacho de corazón como quien escupe; y arrojarlo por la ventana.
Fuera lastre.
Volver a mirar esos ojos y descubrir que todo está bien, que no no hace falta correr, que llegaremos a tiempo. Sea donde fuere que vamos. Que siempre estaremos llegando.
Y así, casi de un modo natural, tomamos la curva, aprovechamos un poco la cuerda, sólo por incordiar; sentimos la deliciosa ausencia de peralte... accedemos al final, con un breve, leve, suave inclinar de cabeza, y una media sonrisa se nos adelanta al movimiento... leonino, impecable.
El paisaje por momentos se mueve raro. Pero me encanta cómo se mueve. Estoy absolutamente fascinado. La curva se acaba... estuvo muy bien.
Y el mundo no puede creer que esto ocurra. Y a nosotros nos tiene sin cuidado. Le regalamos a los demás los temores, envueltos en papel azul y entramos en la recta.
Pero, en realidad, pese a que tenemos velocidad de crucero y todo nos parece perfecto, seguimos esperando otra curva. Para volver a mirar el paisaje.
O, eventualmente, los ojos del otro.

Foto: No tengo idea, pero fue entre Santander y Huesca, en alguna mañana de 2004. El que lo pintó era un poco perezoso, ¿no?

5 murmullo(s):

Poledra dijo...

Y quien no sabe tomar las curvas, se pierde algo básico sobre la vida.

Muy buen post.

Un abrazo

Anónimo dijo...

También me gustó y casi no está ella, quizás me gustó tembién por eso. Este es para todos


El que pintó la línea no era perezoso, qué va, es que antes trabajaba para la policia científica. Buena foto

Anabella dijo...

Siempre es bueno dejarse llevar por el camino, por los paisajes y asi darse cuenta que Uno Esta Vivo...
Sacar el Pie del acelerador es lo que recomiendan y si eso te hace falta, es momento que te escuches....
Saca la cabeza por la ventanilla y que el aire te regale mas cuervas,mas horizontes,mas magia, mas sueños, mas letras, mas canciones,mas de algo , mas de vos...
Cuidado, seguidillas de Curvas DisFuruTaLaS!!!!

Sofía B. dijo...

No fue la pereza probablemente fue una máquina de esas a las que no se las puede mirar a los ojos.

Mar y Sol(a veces tenue y otras no) dijo...

"Sin pausas pero sin prisa..."creo que es una buena manera y es bueno y necesario no perder noción del ambiente...para no perder cosas importantes
Un beso!